Debido a que la relación entre el ser humano y el cielo estrellado se ha fraguado desde los orígenes del hombre y forma parte fundamental de todas las civilizaciones del mundo, el derecho a los cielos oscuros ha sido reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como un derecho implícito en la conservación del patrimonio cultural y natural de las generaciones futuras, de acuerdo con la Declaración sobre la Defensa del Cielo Nocturno y el Derecho a la Luz de las Estrellas, en el 2007.