Calidad de aire en Bogotá, un compromiso de todos

aireLa calidad del aire en la ciudad de Bogotá cada día se deteriora más, siendo en estos momentos el material particulado el contaminante más crítico, pues genera los mayores problemas en la salud. Partículas con tamaño menor a 10 micrómetros (PM 10) y partículas con tamaño menor a 2.5 micrómetros (PM 2.5) son las dos medidas frecuentemente utilizadas para definir al material particulado. Entre los efectos para la salud, los más importantes se producen en los sistemas respiratorio y cardiovascular y la población más sensible la constituyen los niños menores a cinco años, mujeres embarazadas y adultos mayores.

Con el fin de proteger la salud de los colombianos ante los episodios de contaminación atmosférica cada vez más frecuentes, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible estableció la nueva norma de calidad de aire, la resolución 2254 de 2017, la cual es más estricta que la anterior (resolución 610 de 2010) en cuanto a la inclusión del PM 2.5 y niveles de concentración de 25 µg/m3 como promedio de las mediciones de un año de este contaminante.

Aunque se tiene como meta a largo plazo (año 2030) reducir los niveles máximos permisibles tanto de PM10 como de PM2.5 en un 40%, aún ese nivel de concentración está por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de Salud (OMS) que estableció en el 2005 que el nivel de concentración debería fijarse en 10 µg/m3 para PM2.5 y 20 µg/m3 para PM10.

Además del tamaño del material particulado, el otro factor clave es su composición, la cual por supuesto depende del origen del material. La principal fuente, por no decir la única son los gases de combustión emanados de procesos en industrias y en los motores de los vehículos de transporte. En el caso de las industrias, la generación está localizada, siendo posible ejercer un control directo en el caso de que no se estén cumpliendo con los límites permisibles. En el parque automotor, en cambio, el control es mucho más complejo, dependiendo del tipo de combustible, la condición de los motores, la aglomeración en el tránsito, entre otros elementos.

No en vano, en días pasados, la Procuraduría General de la Nación se pronunció sobre la mala calidad de aire en algunas ciudades del país y de la necesidad de hacer control y vigilancia en tres elementos importantes para atacar el problema: la calidad del combustible, el mantenimiento adecuado y la vida útil de los motores, y la adopción de nuevas tecnologías. En los tres elementos hay dificultades importantes, que explican la problemática actual.

Para mejorar la calidad del combustible, es preciso reducir el contenido de azufre, pero con los altos contenidos de este mineral en el petróleo que se extrae en Colombia, esto es en el momento inviable, aun cuando Reficar está en capacidad de producir combustible diesel de ultra bajo azufre (10 ppm de S), pero con la situación de la empresa esto todavía no es una realidad.

En cuanto al mantenimiento y la vida útil de los motores, la procuraduría hace el llamado directo a las autoridades a que hagan cumplir las normas, en lo establecido para la revisión técnico mecánica, y el programa de chatarrización, que se está evadiendo generalizadamente en todo el territorio nacional.

Finalmente, en cuanto a la adopción de nuevas tecnologías la tendencia en los países desarrollados es hacia el transporte en vehículos eléctricos. Francia anunció el final de la venta de vehículos a gasolina y diesel para 2040, la creación de la Fórmula E por parte de la Federación de Automovilismo, por solo mencionar dos ejemplos, muestran el rumbo que se está siguiendo en estos países, y en el mundo en general. En Colombia, sin embargo, son muy pocos los signos de que se está marchando en esa dirección. En Medellín, por ejemplo, el Concejo de la Ciudad aprobó que la reposición que se seguirá haciendo de los buses del sistema Metroplus será con buses eléctricos, pero no se encuentran medidas similares en las otras ciudades. En Bogotá, con la licitación de la nueva flota para los buses de Transmilenio, ya en condiciones deplorables, se anuncia que se favorecerán las nuevas tecnologías, pero en concreto los beneficios para los proponentes no son atractivos ni factibles, por lo que seguramente se tendrán rodando en Bogotá nuevamente buses operando con el diesel que logra entregar Ecopetrol.

Y es que se necesita una verdadera política que haga viable el uso de los vehículos eléctricos en Colombia. Para esto se requiere que haya una demanda suficiente para que las empresas productoras de estos vehículos vengan a Colombia, hoy en día solo BYD ofrece alguna variedad de vehículos en nuestro país, Renault sólo ofrece el Twizy. Esta demanda se puede generar impulsando esta alternativa en los sistemas masivos de transporte.

Se requiere también la disponibilidad de puntos de recarga, conocidas técnicamente como Smart Grids. Se cuenta con la electricidad suficiente para atender la demanda, pero prácticamente no hay puntos de recarga.

Mientras que se logra generar esta conciencia, y por supuesto como actividad permanente, se debe seguir con todos los protocolos de monitoreo, que han permitido alertar a las autoridades y a los habitantes de las ciudades para tomar medidas, como las restricciones a determinados tipos de vehículos, a evitar realizar actividades al aire libre, lo cual sin duda debe haber sido un aporte significativo para evitar enfermedades y muertes.

Todos debemos contribuir a mejorar la calidad de aire en nuestra ciudad, la academia forma parte importante de este engranaje y es así como el programa de Ingeniería Ambiental de la Universidad Libre Sede Bogotá, no solo ha impulsado proyectos que con rigor científico han contribuido en dar soluciones a la problemática sino que ha invertido, en estos últimos dos años, en la compra de equipos de última tecnología para apoyar dichos trabajos. Un muestreador semiautomático para PM 2.5 junto con estaciones meteorológicas están instalados en el Campus El Bosque y un muestreador automático para PM 2.5 será instalado en el Campus La Candelaria, con el cual se podrá tener acceso a datos en línea de alta calidad en un tiempo de continuo de muestreo.

Por: Astrid Altamar Consuegra. Ingeniera Química, MSc, PhD.

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